Lamentablemente, en Chile aún no tenemos conciencia de qué hacer con la basura que generamos: creemos que ella desaparece o se transforma por sí sola en un lugar donde no molesta a nadie. Nada más lejos de la realidad: durante el proceso de descomposición en vertederos, se forman lixiviados que arrastran los productos tóxicos presentes en la basura, y contaminan las aguas subterráneas, que en ocasiones se utilizan para consumo humano y riego, además de producir importantes cantidades de gases como metano, CO2 (gases de efecto invernadero) o gases tóxicos como el benceno, tricloroetileno, entre otros, que favorecen el cambio climático.